viernes, 30 de diciembre de 2011

Matrimonio = fábrica de amor

(¿o de odio?)

Jesús concretó el proyecto salvador-redentor durante sus últimos tres años, después de una preparación, según el designio de Dios, que llevó treinta años para estar disponible a la empresa que le esperaba.
Jesús que no necesitaba esta preparación, nos está mostrando la importancia que debería tener para nosotros, la preparación y disponibilidad para servir a Dios y a los demás.
El que haya permanecido treinta años de su vida privada oculta a los ojos humanos, no nos debería impedir ver desde la fe, la riqueza con la que Dios lo preparó, mostrándonos desde la elección de sus padres José y María. Hasta el comienzo de su vida pública; un mensaje del valor profundo que Dios le otorga al matrimonio y la familia, como su proyecto para poder incorporarnos en su plan salvador-redentor.
La familia cristiana es un reflejo misterioso de la familia trinitaria (un solo Dios, en tres personas).
En la Sagrada Familia tenemos el testimonio de cada uno de ellos, como ejemplos a seguir, según el deseo de Dios, y así poder cumplir su proyecto salvador en cada familia.
Al compararnos con José debemos reconocer que no poseemos su fe y docilidad al Espíritu de Dios, pero que es posible lograrlo.  Es más, Dios lo desea y para ello nos brinda su ejemplo. 
En Jesús vemos al hijo que hace la voluntad de sus padres, con la plenitud del amor humano. 
En María nos muestra la plenitud del amor humano encerrado en el amor maternal, con el que Dios quiere manifestarse a nosotros (Como un hombre es consolado por su madre, así yo los consolaré a ustedes. Is 66.13), y también nos propone para todas nuestras relaciones.

El matrimonio
En el matrimonio religioso la ceremonia se llama esponsales y desposorio, y sus contrayentes esposos.  El celebrante no es el sacerdote, sino los mismos contrayentes.  El sacerdote es el testigo que pone la Iglesia (institución jerárquica) en representación de la (iglesia) comunidad de fieles.
 Los contrayentes-celebrantes hacen su promesa de mutua donación (entrega) y fidelidad ante toda la Iglesia (peregrinante: nosotros, purgante: los que está en el purgatorio, y triunfante: los que están en la presencia de Dios) compuesta por miles de millones de almas que están representadas por el sacerdote.
El matrimonio civil se llama maridaje y sus contrayentes, maridos.  La diferencia consiste que en el primero, es un compromiso con Dios en la persona del conyugue, por el cual se realiza una unión espiritual misteriosa que se concreta por la gracia que confiere el sacramento.  En el segundo, es un contrato por el cual se establecen responsabilidades legales ante la sociedad.
La mayoría de los cristianos cuando mencionamos a nuestros conyugues testimoniando nuestro estado matrimonial, decimos marido y mujer, en vez de esposo y esposa, denigrando de esta manera el valor del sacramento.
También las uniones fuera de la Iglesia se apropian de las expresiones esposo/a para compensar inconscientemente el sentimiento de culpa ante Dios.
El matrimonio no lo inventó Jesús, ni la Iglesia.  Jesús utilizó una costumbre de la cultura de los pueblos paganos, elevándolo a la dignidad de sacramento (sagrado, consagrado: entregado, donado a Dios).

Las bodas de Caná:   Jesús  quiso  demostrar  la  importancia  que  Dios  le  da  a  la alianza matrimonial, haciendo su primer milagro en una fiesta de bodas, en Caná de Galilea.
“Tu Madre te manda decir”:  Susanna se casa mañana.  Te ruego Hijo, que asistas a las bodas.  “Jesús se inclina un poco y abriendo los brazos dice”:  El deseo de mi Madre es ley para mí.  Pero también iré por Susanna y por los familiares.  Ella se pondrá feliz.*
* Pág.  310  vol. 1 de la obra El Hombre-Dios, de la mística María Valtorta, Editorial Valtortiana, Italia.
Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.  Jesús también fue invitado con sus discípulos.  Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.  Jesús le respondió:  Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros?  Mi hora no ha llegado todavía.
 “Jesús al decir estas palabras sonríe aún más dulcemente a María, como que los dos tienen un secreto de alegría y que todos los demás ignoran”.
 Pero su madre dijo a los sirvientes:  Hagan todo lo que él les diga.  Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.  Jesús dijo a los sirvientes:  Llenen de agua estas tinajas.  Y las llenaron hasta el borde.  Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete.  Así lo hicieron.  El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo:  Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad.  Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento.
“María mira a su Hijo y sonríe; después correspondida con una sonrisa de Él, baja la cabeza con un ligero sonrojo”.  Es feliz.
 Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea.  Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.  Jn 2.1-11
El solo hecho de realizar su primer milagro en esta boda, ya está demostrando su importancia, pero para hacerlo trascender sobre todos los posteriores, lo remarcó con varios gestos:
1-Dignifica a la mujer y al sexo femenino.
2-Destaca el poder intercesor de la Santísima Virgen.
3-Promueve este poder de la Santísima Virgen.

-La palabra “mujer” da la impresión de que fuese dicha con una expresión de desprecio.  Pudiendo haber dicho madre (como acostumbraba) y al no hacerlo, Jesús quiere destacarla como un título de nobleza.  Es una expresión solemne para dignificar en María a la mujer denigrada en Eva por Satanás.  Una expresión equivalente es la española:  ¡Hombre!...
-Al decir: ¿Qué tenemos que ver nosotros?, es como si encogiendo los hombros dijera: ¿Qué nos importa?, o ¿Qué me importa?  Esta expresión es contradictoria con la posterior decisión de realizar el milagro.  La intención es evidente, es una ironía que Jesús utiliza para destacar la “gran” importancia que le da a lo que desea trasmitir y para que sea interpretada de la misma manera.
-No solamente Jesús hace el milagro, sino que lo hace en “obediencia” a un pedido de su Madre y como todavía “no había llegado el momento”, Ella “lo adelanta”.  Su ruego, la misericordia suplicante, obtiene lo que la Divina Justicia no puede.  Por este motivo Dios dispuso que María fuera su mano derecha, para que suspendiera y disminuyera las consecuencias de su Divina Justicia.  Con este gesto nos está invitando a participar de estas bodas y de su fiesta, dirigiéndonos a María para pedir su intercesión.
-En: Hagan lo que él les diga, la Santísima Virgen nos conduce, nos indica el camino más fácil, rápido y seguro para llegar a Jesús.
-El vino en las Sagradas Escrituras simboliza la vida y la alegría.  Al convertir el agua en vino, Jesús quiere manifestarnos que si bien la celebración de bodas es un acontecimiento festivo y de gozo, no debemos olvidar que es él, el que da el vino de la vida y la alegría en el matrimonio.
Cuando dije a los discípulos:  Vayamos a hacer feliz a mi madre, había dado a mis palabras un sentido más alto del que parecían tener.  No se trataba de la felicidad de verme, sino de ser Ella iniciadora de mi actividad de milagros y la primera benefactora del género humano.  No lo olvidéis nunca.  Mi primer milagro se hizo por María.  El primero como prueba de que María es la llave del milagro.  Yo no niego nada a mi Madre y por su plegaria anticipo también el tiempo de la gracia.  Conozco a mi Madre, cuya bondad sólo Dios supera.  Sé que el haceros un bien es lo mismo que hacerla feliz, porque es ella todo amor.  Por esto dije:  “Vayamos a hacer feliz a mi Madre”.
Por otra parte quise manifestar al mundo, su poder junto con el mío.  Destinada para estar unida conmigo en la carne  (pues fuimos una carne) Yo en Ella y Ella en torno mío, como pétalos de lirio alrededor del perfumado y lleno de vida pistilo; unida a Mí por el dolor (porque estuvimos en la Cruz.  Yo en carne y Ella en el alma; así como el lirio perfuma con su corola y con la esencia que de ella se saca)  era justo que también estuviese unida a Mí en el poder.  Digo a vosotros, lo que dije a los convidados:  “Agradeced a María.  Por Ella habéis recibido al dueño del milagro, por Ella tenéis mis gracias y sobre todo la de mi perdón”.*
* Pág. 318 del mismo libro.
El sacramento es la manifestación visible de una realidad de fe que es invisible a los sentidos.  Muchas veces Dios por medio de los profetas utilizó la imagen del amor conyugal, para compararla con su amor por la Iglesia.  Algunas citas:
Porque tu esposo es aquel que te hizo:  su nombre es Señor de los ejércitos.  Is 54.5     Como una mujer traiciona a su marido, así me han traicionado ustedes.  Jr 3.20               Yo te desposaré para siempre.  Os 2.21
A medianoche se oyó un grito:  Ya viene el esposo, salgan a su encuentro.  Mt 25.6       Jesús les respondió:  ¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos?  Mc 2.19  
En las bodas el que se casa es el esposo.  Jn 3.29
¿No saben acaso que sus cuerpos son miembros de Cristo?  ¿Cómo voy a tomar los miembros de Cristo para convertirlos en miembros de una prostituta?  De ninguna manera.  ¿No saben que el que se une a una prostituta, se hace un solo cuerpo con ella?  Porque  dice la Escritura:  Los dos serán una sola carne.  En cambio, el que se une al Señor se hace un solo espíritu con él.  1Cor 6.15-17
Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura.  2Cor 11.2
Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella.  Ef 5.25  Alegrémonos, regocijémonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las bodas del Cordero:  su esposa ya se ha preparado.  Ap 19.7
Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.  Ap 21.2
Se acercó uno de los siete ángeles y me dijo:  Ven que te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero.  Ap 21.9
El Espíritu y la Esposa dicen:  ¡Ven!  Ap 22.17

El sacramento matrimonial, es el sacramento del amor.  Hace fecundo el amor.  Es donación.  Es participación a otros seres de lo que se tiene.  Así como el amor de Dios es fecundo y se manifiesta en la creación, así también el amor de los esposos es fecundo y se manifiesta en el amor compartido por la mutua entrega.
El amor es la base de la vida matrimonial.  El matrimonio nace del amor, se efectúa en amor y permanece en el amor.
Cuando un hombre y una mujer deciden unirse en matrimonio, entregan lo que es sustancial:  el amor.  Con razón la Sagrada Escritura dice:  El que ama a su esposa se ama a si mismo.  Ef 5.28
El matrimonio es la celebración de la fidelidad a quién se ama.  El lenguaje del amor junto       al  “te quiero”, agrega “solamente a ti”.  Quién ha entregado todo, ya no le queda nada para entregar a otro.  En toda entrega hay un deseo de totalidad, de dar sin reservas, de entregarlo todo.  De lo contrario, el amor sería falso y podría correr el peligro de convertirse en prostitución. 
El matrimonio es la celebración del amor que el Espíritu Santo hace nacer entre los esposos.  El primer regalo que se da el uno al otro inmediatamente celebrado el matrimonio, es el regalo de Dios mismo.  El consentimiento matrimonial produce la presencia de Dios.  Los matrimonios más felices son aquellos en donde se vive más profundamente la vida cristiana.  Esto garantiza y asegura la felicidad. 
Una pareja puede saber si está viviendo su sacramento del matrimonio cuando se le puede aplicar el himno del amor:  Tener amor es saber soportar, es ser bondadoso, no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso; es no enojarse ni guardar rencor, es no alegrase de las injusticias, sino de la verdad.  Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.  1Cor 13.4-7

El amor sana
El amor es la base de toda curación.  Mientras más abundancia de amor haya en una herida, más eficacia y prontitud habrá en la curación.
Caná de Galilea es un ejemplo de sanación permanente:  Jesús dijo a los sirvientes:  Llenen de agua estas tinajas.  Así lo hicieron.  El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, llamó al esposo y le dijo:  Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad.  Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento (Jn 2.7-11).  Así como Jesús les proporcionó el vino (la alegría que faltaba), hoy sigue proporcionando “toda alegría”.
Dios sana.  Su presencia es sanadora.  Un matrimonio que diariamente vive la presencia de Jesucristo tiene la fuerza divina para sanarse, respetarse, comprenderse, entregarse y perdonarse.
De la presencia de Jesucristo en cada uno de los esposos fluye la curación para el otro.  Es una curación diaria, permanente.  En tanto está Jesucristo hay salud y en la medida en que se ausenta aparece la enfermedad.
Los esposos deben aprender a descubrir y a conocer más a Jesucristo en el conyugue, que a descubrir y a conocerlo al simple nivel humano.  La garantía de la estabilidad y sanación está en Jesucristo.  Él es la sanación permanente.
Aparte de las enfermedades personales que cada uno de los esposos puede tener, la pareja matrimonial, como sociedad, puede contraer enfermedades de las que se debe estar alerta:
A- Matrimonio civil:  Dos personas que se unen solamente por el casamiento civil, han comenzado el camino de la vida matrimonial enfermos.  Dios es el autor del matrimonio y quiere estar presente en la unión del hombre y la mujer para asegurar la responsabilidad del compromiso, la felicidad, la fecundidad, etc. 
Dos cristianos que se unen solamente con el matrimonio civil, están demostrando que hay desconfianza mutua.  No hay seguridad del uno con el otro.  Por lo tanto si no se entienden se pueden separar fácilmente.
B- El adulterio:  El adulterio es algo tan grave que la Palabra de Dios dice:  El adúltero es un imprudente, y el que comete adulterio se destruye a sí mismo.  Su vergüenza no se borrará.  Prov 6.32-33
El adulterio lleva a la ruina total, a la pérdida de la paz, a la muerte misma:  Así pues, hijo mío, escúchame:  presta atención a mis palabras.  No desvíes hacia la adúltera tus pensamientos; no te pierdas por ir tras ella, porque a muchos los ha herido de muerte, sus víctimas son numerosas.  Tomar el camino de su casa es tomar el camino de la muerte.  Prov 7.24-27
Jesús nos dice:  El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.  Mt 5.28
C- Divorcio:  La separación de la pareja por el divorcio es la más grave de las enfermedades porque se está tocando el terreno de Dios mismo.  Cuando los fariseos le preguntaron a Jesús sobre el divorcio, el respondió: ¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo:  Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne?  De manera que ya no son dos, sino una sola carne.  Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.  Mt 19.4-6
Cuiden ustedes de su propio espíritu, y no falten a la promesa que le hicieron a la esposa de su juventud.  El Señor, Dios de Israel, el Todopoderoso, dice: cuiden su propio espíritu, y no sean infieles; pues aborrezco al que se divorcia de su esposa y se mancha cometiendo maldad.  Mal 2.15-16
D- Celos:  Son el gusano destructor de la confianza y seguridad matrimonial:  El hombre celoso es como un fuego, y no perdona a la hora de vengarse; no acepta desagravio alguno, ni se calma ante muchos regalos.  Prov 6.34-35
E- Egoísmo:  Es pensar en si mismo y no en el otro.  Es querer su propia complacencia sin interesarse por su conyugue.  El egoísta no se conmueve ante el dolor y el sufrimiento de los otros.  Solo busca su propio beneficio.
En el matrimonio, dos vidas mueren para nacer una nueva.  Es esta la dificultad:  nadie quiere morir porque esto implica un sacrificio, sacrificios que muy pocos están dispuestos a hacer.  Inclusive hay muchos que continúan viviendo como si fueran solteros convirtiendo su nueva vida en un completo infierno.
F- Machismo:  Es hacer sentir, de manera ruda, la supremacía del hombre sobre la mujer. Cree que tener delicadeza y condescendencias con la esposa es ir contra la hombría del hombre.  Es exigirle a la mujer sacrificios que él nunca ha hecho, ni está dispuesto a hacer.  No tiene en cuenta la Sagrada Escritura donde dice:  Los esposos sean compasivos con sus esposas.  Denles el honor que les corresponde a ellas como herederas de la gracia de vida ya que son un ser más débil, para que sus oraciones no encuentre obstáculos.  1Ped 3.7
G- Mujeres liberadas:  Hoy se habla mucho del movimiento de liberación femenina.  Es la independencia que la mujer quiere tener con respecto a su esposo.  También se está perdiendo de vista la recomendación de la Sagrada Escritura:  Que la esposa esté sujeta al esposo como al Señor, porque el esposo es cabeza de la esposa, así como Cristo es cabeza de la Iglesia.  Cristo es también el Salvador de la Iglesia, la cual es su cuerpo; pero así como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las esposas deben sujetarse a sus esposos en todo.  Ef 5.22-24
H- Irreligiosidad:  El hogar es la Iglesia doméstica en donde se rinde culto a Dios por primera vez.  Allí se aprenden las reglas más elementales de moral y amor a Dios.  El modernismo actual, especialmente la televisión, no dan tiempo para Dios.  La verdadera vida cristiana convence y atrae a las personas hacia el Señor (testimonio de fe).  Esto lo menciona el apóstol Pedro:  Así también ustedes, las esposas, sométanse a sus propios esposos, para que si algunos de ellos no creen en la Palabra puedan ser convencidos por el comportamiento de ustedes, sin necesidad de palabras, al ver su conducta pura y respetuosa.  1Ped 3.1-2
I- El control egoísta de los hijos:  El Episcopado Mexicano comenta sobre este tema:  El Magisterio de la Iglesia nos dice que corresponde a los esposos tener, delante de Dios, la decisión del número de hijos que integren su familia.  No al capricho ni por motivos egoístas, sino formándose un juicio recto, y por su modo de obrar, ajustando la conciencia a la ley divina, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que la interpreta auténticamente a la luz del Evangelio.
Muchos matrimonio sólo quieren el placer y no aceptan asumir las responsabilidades que conlleva su estado de vida.
El matrimonio (y la familia) no sólo es la célula básica de la sociedad, sino la generadora de vida y valores asociados a la vida.  Por este motivo Satanás para tratar de destruir el plan de salvación y la obra redentora de Cristo, no tiene otro objetivo más efectivo que el de destruir la institución matrimonial, que se concreta de la siguiente manera:
1- Destruye fuentes de trabajo, industrias, empleos, etc. para quitar el sostenimiento económico a la familia.  Esto se realiza por medio de la globalización o liberalismo (libertinaje) salvaje en lo económico, donde las más poderosos oprimen a los más débiles.
2- Empobrece a las personas, impidiéndoles concretar el proyecto de una familia.  Provoca toda clase de uniones irregulares, abortos e hijos abandonados.
3- Provoca el incremento de abortos, suicidios, homicidios, toda clase de delitos y enfermedades, agresiones físicas y psicológicas que destruyen espiritualmente a la familia.
“Entre un veinte y un cincuenta por ciento de las mujeres, según los países, es víctima de la violencia doméstica, revela un informe presentado ayer por el Fondo de Las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).  Sin embargo, para muchas mujeres es mucho más insoportable la violencia psicológica, la tortura emocional, la vida bajo terror que la de tipo físico”.  Diario     La Nación 1-6-2000
La violencia familiar siempre existió, pero la proporción a la que ha llegado demuestra la gravedad moral y espiritual del hombre de hoy.
4- Incrementa la corrupción en los dirigentes para que no se combata la delincuencia desde las leyes y la justicia, promocionando la profesión delictiva como salida laboral.
5- Impide que los políticos proyecten, ejecuten y efectivicen políticas sociales que protejan, apoyen y promuevan a la familia.
6- No se puede dejar de mencionar el vacío que producen las fallas humanas en las que cae la jerarquía de la Iglesia, por no levantar su voz en el momento oportuno, dejando a sus hijos sin el apoyo que debería dar, siguiendo las enseñanzas de Cristo.  Esto es una incoherencia que para Dios es escandalosa:  Hacen profesión de conocer a Dios, pero con sus actos, lo niegan:  son personas abominables, rebeldes, incapaces de cualquier obra buena.  Tit 1.16

Diagnóstico
El enamoramiento de una persona, es un impulso que Dios pone en el corazón de cada persona.  Para la Divina Providencia que “todo” lo dispone en tiempo, lugar y forma, es una actividad más con la que va construyendo diariamente nuestro camino hacia la plenitud del amor (santidad).
A partir de las continuas influencias del medio (falta de tiempo, estrés, etc.), personales (preocupaciones, cansancio, etc.), hacen que las personas se vayan encerrando sobre sí mismas convirtiendo de hecho su conducta en egocéntrica.
Debido a la característica propia de la naturaleza sicológica masculina, esto se da con mayor facilidad que en las mujeres.  Por lo general son los hombres los primeros que cortan la emisión del amor que Dios pone en sus corazones.  Esto se manifiesta en la caída del diálogo, que se hace menos frecuente y los temas y palabras cada vez expresan menos el amor y la consideración hacia sus seres queridos.  Aquí comienza la queja y el reproche. 
La esposa en vez de motivarse desde el amor para superar el problema, por omisión, se hace cómplice de él.  Al cortar la relación con Dios (pecado), se distorsiona la relación matrimonial.  Al cortar el diálogo, de hecho, se produce el divorcio (separación) afectivo de los esposos.
UN EJEMPLO:  Luís es un buen esposo y padre, regresa del trabajo tarde y muy cansado, no tiene tiempo para él, su esposa Lucía y sus hijos.  Es común que llegue a casa de mal humor, aunque a veces no se le nota.  A veces al llegar dice algunas palabras de las que luego se arrepiente.  Al hablar con Lucía se va calmando, pero su paz, serenidad y alegría lo cuestionan interiormente, lo que genera un estado de rebeldía y rechazo inconsciente hacia ella.
Luís a través del tiempo se ha encerrado cada vez más en su trabajo, desatendiendo a su familia.  Cada palabra de Lucía las toma a mal y aunque ella no hable, su sola presencia lo irrita.  Ella interiormente se pregunta: ¿qué le dije?  ¿qué hice para que me diga eso?  ¿por qué toma todo a mal?  Se cuestiona ella en vez de cuestionarlo a él, de esta manera por su subestimación cae en complicidad con Luís.
Si Lucía tuviera el criterio de Dios (amor) no caería en la complicidad con Luís, por hacer un juicio basado en el criterio humano (egocéntrico).
No es Lucía quién cuestiona a Luís, sino Dios mismo a través de ella:  Nosotros , con el rostro reflejamos como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen (espiritual) con un esplendor cada vez más glorioso (= mayor santidad).  El que no está conmigo está contra mí.  El mundo no tiene por qué odiarlos a ustedes, me odia a mí.  No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra.  No vine a traer  la paz, sino la espada.  Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y así el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.  2Cor 3.18; Lc 11.23; Jn 7.7; Mt 10.34-36
Esto que personifiqué en Luís y Lucía, podrían invertir sus roles, como en mi caso personal.
En el matrimonio no existe la víctima y el victimario.  Los dos son solidariamente responsables por acción y omisión, víctimas y victimarios al mismo tiempo.  La mujer cae en complicidad, cuando no “intenta” sacar al esposo de su estado egocéntrico y cuando lo hace recurre a técnicas seductoras que no dan resultados.  Para solucionar problemas espirituales, primero hay que recurrir a Dios y los sacramentos de la Reconciliación y Eucaristía que son sanadores.
La mujer “siente” que no es amada y su manifestación se produce en el lecho conyugal.  El hombre cosecha en el lecho, lo que sembró en el corazón de la esposa, con su complicidad, responsabilizándola a ella.
Al hombre, el orgullo le impide aceptar que no es amado y no analiza su responsabilidad para buscar una solución.  Lo justifica como una limitación natural fruto del desgaste por las exigencias de la convivencia y la rutina.
Estamos en medio de una guerra espiritual (Revístanse de la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio.  Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre (esposo/a), sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan el espacio. Ef 6.11-12), y al estar involucrados no podemos dejar de tomar partido en ella.
Para ello Dios nos aconseja:  Estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar (1Pe 5.8) y lo permite para que sea fuente de mérito y santificación para los buenos y de condenación y castigo para los malos.
Con nuestras decisiones y actos vamos haciendo permanentes opciones a favor o en contra de los deseos de Dios:  El que no está conmigo, está contra mí.  Lc 11.23
Por este motivo la persona que se apoya en si misma y en su propio criterio (Tendí mis manos incesantemente hacia un pueblo rebelde, que va por un mal camino, tras sus propios designios. Is 65,2), favorece para que los demonios la seduzcan con sus insinuaciones, encegueciendo sus razonamientos.
La persona de espíritu humilde, acepta, busca y vive en la verdad; la orgullosa, la rechaza, no la puede aceptar, porque se considera que es la verdad.  No puede aceptar otra que no sea la suya, porque ha hecho de la mentira, su verdad:
Ustedes tienen por padre al demonio y quieren cumplir los deseos de su padre.  Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay verdad en él.  Cuando miente habla de acuerdo a lo que es, porque es mentiroso y padre de la mentira.  Por este motivo, la ira de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad y la injusticia de los hombres, que por su injusticia retienen prisionera la verdad.  Porque todo cuanto se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos: Dios mismo se lo dio a conocer, ya que sus atributos invisibles (su poder eterno y su divinidad) se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras.  Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa:  en efecto, habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde.  Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad.  Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes que representan a hombres corruptibles, aves, cuadrúpedos y reptiles (se podría reemplazar por: dinero, poder, placer). Y como no se preocuparon por reconocer a Dios, él los entregó a su mente depravada para que hicieran lo que no se debe.  Jn 8.44; Rom 1.18-23, 28
Por este motivo la Santísima Virgen en uno de sus mensajes, nos advierte:  Satanás hoy los seduce sobre todo con el orgullo y la soberbia.*  28-5-76
* Extraído del libro A los Sacerdotes Hijos Predilectos de la Santísima Virgen, editado por el Padre Esteban Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano.
El camino siguiente es el adulterio.  El adúltero no busca sexo.  Sería más fácil aceptar lo contrario para excusar la propia responsabilidad.  El hombre es un eterno niño que busca una mamá y desea responder como adulto (quién ha tenido cariño materno en su infancia), con una relación responsable y al no tener discernimiento espiritual para comprender que el amor es obra del Espíritu Santo en su corazón, lo busca en el sexo.  Al no encontrarlo se siente frustrado.  Pasa el tiempo entre frustraciones, para terminar en el fracaso sentimental.  Esto que atribuyo al hombre, también es equiparable de la misma manera a la mujer.
Es un círculo vicioso que se retroalimenta a si mismo.  Grandes amores terminaron en famosos crímenes pasionales.  ¿Se puede salir de este círculo vicioso?

Tratamiento
Para comenzar un tratamiento médico es indispensable hacer un diagnóstico, para que el tratamiento sea adecuado y responda a la necesidad del paciente.
De la misma manera el diagnóstico del problema matrimonial es fundamentalmente espiritual, que se manifiesta sicológica y físicamente de múltiples maneras, pero que responden a una única causa original, que por otra parte, es siempre la misma.
Establecida esta primer y principal causa, se debe proceder a tratarla espiritualmente, sin por ello dejar de ocuparse de dar soluciones como respuesta a los problemas que ocasiona.
El amor no es algo abstracto, psicológico, etc., es una persona que tiene nombre:  Jesús el Hijo de Dios Padre y Segunda Persona de la Santísima Trinidad. 
Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él (1Jn 4.16).  Él construye la unidad y el amor (Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos Mt 18.20), como consecuencia lógica su ausencia por falta de adhesión espiritual-afectiva, hace que toda relación se desgaste en el tiempo.  ¿Por qué?
El desgaste de toda relación se produce por:
1- Naturalmente tenemos la tendencia (consecuencia del pecado original) a centrarnos sobre nosotros mismos.  No escuchamos al otro, es lo que vulgarmente llamamos diálogo de sordos, no existe verdadero interés por el otro, o solamente lo es por un sentido utilitario.
2- Al centrarnos sobre nosotros, juzgamos todo con nuestro criterio humano (egocéntrico) (La medida con que ustedes midan también será usada para ustedes. Lc 6.38), que es contrario al criterio de Dios:  El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  1Cor 13.7
Para evitar el desgaste es necesario alimentarla con el amor.  Esto se concreta siguiendo el consejo:  Háganse servidores los unos  de los otros por medio del amor.  Gal 5.13
Señor, ¿Cuándo te dimos de comer, te vestimos… (te dimos un beso, una caricia…)           Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño (Luís-Lucía) de mis hermanos, lo hicieron conmigo.  Mt 25.37-38, 40

Medicina
Jesús es el único mediador ante el Padre, María es mediadora ante el Hijo:  Siendo verdadera Madre de Jesús y de ustedes, mi mediación, se ejerce entre ustedes y mi Hijo Jesús.  Es la natural consecuencia de mi Divina Maternidad.  Como Madre de Jesús fui el medio escogido por Dios para que mi Hijo pudiese llegar a ustedes.  En mi seno virginal se realizó mi primera mediación.  Como Madre suya he sido el medio elegido por Jesús para que a través de Mí, todos ustedes puedan llegar a Él.  Yo soy el camino que los conduce a Jesús.  Soy el camino más seguro, más breve, el camino necesario, para cada uno de ustedes.  Si rehúsan ir por este camino, corren el peligro de perderse en el trayecto.  16-7-80 (2)
María, al estar “llena de Gracia” comparte los mismos sentimientos de Dios y le fue confiada la salvación de “todos” sus hijos:  Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quién él amaba, Jesús le dijo:  Mujer, aquí tienes a tu hijo.  Luego dijo al discípulo:  Aquí tienes a tu madre (Jn 19.26-27).  En el discípulo Juan estamos representados cada uno y en Él, Jesús nos la ofrece como madre de todos.
     ¡Quiero ahora darles mi palabra de consuelo, que pueda reconfortarlos en medio de vuestras dificultades cotidianas. Los amo:  estoy en vuestra presencia; les estoy hablando y guiando porque vosotros son instrumentos de mi materna voluntad.  Miro con amor a las familias consagradas a mí.  En estos tiempos estoy congregando a las familias y llevándolas a las profundidades de mi Corazón Inmaculado, para que puedan hallar refugio y seguridad, consuelo y defensa.  Así como me complace ser invocada como Madre y Reina de mis sacerdotes, también me agrada ser invocada como Madre y Reina de las familias consagradas a mí.
     Yo soy la Madre y Reina de las familias.  Yo velo por vuestras vidas; tengo vuestros problemas en mi corazón, me intereso no solo por su provecho espiritual, sino también por la prosperidad material de todos sus miembros.  Cuando ustedes consagran una familia a mi Corazón Inmaculado es como si abrieran la puerta de la casa a vuestra Madre Celestial, la invitaran a entrar y le dieran la oportunidad de ejercer su función maternal de un modo cada vez más fuerte.  Por eso quiero que todas las familias cristianas se consagren a mi Corazón Inmaculado.  Les pido que me abran las puertas de todos vuestros hogares para que Yo pueda entrar y asentar mi maternal morada entre ustedes.  Entonces entraré como vuestra Madre, residiré con ustedes y participaré de toda su vida.  Sobre todo yo velo por su vida espiritual.     
     Yo procuro llevar las almas de quienes integran la familia a que vivan siempre en gracia de Dios.  Donde yo entro, sale el pecado, donde yo permanezco, la gracia y la luz divinas están siempre presentes; donde yo habito, la pureza y la santidad habitan conmigo.  Por eso es mi primer propósito maternal es hacer que los miembros de la familia vivan en estado de gracia y crezcan en vida de santidad por medio de la práctica de todas las virtudes cristianas.
    Porque el sacramento del matrimonio les confiere a ustedes una gracia particular para hacerlos crecer juntos, mi propósito es consolidar la unidad de la familia, conducir al esposo y a la esposa hacia una comunión espiritual más profunda, para perfeccionar vuestro amor humano, hacerlo más perfecto y llevarlo al Corazón de Jesús.  Yo refuerzo más y más la unidad en las familias, las conduzco a una comprensión mayor y recíproca, las hago sentir las nuevas exigencias de una comunión más delicada y profunda.
     Yo conduzco a sus miembros por un camino de santidad y de alegría que debe construirse para viajar juntos, a fin de que puedan alcanzar la perfección del amor y por ello disfrutar del precioso regalo de la paz.  Así formo yo las almas de mis hijos, a través del camino de la familia los dirijo a la cima de la santidad.  Yo quiero entrar en las familias para hacerlos santos, para llevarlos a la perfección del amor, para quedarme con ustedes, para hacer su unidad familiar más rica y fuerte.
     Velo también por la prosperidad material de las familias consagradas a mí.  El más precioso tesoro de una familia son los hijos.  Los hijos son un signo de la particular predilección de Jesús y de la mía.  Los hijos deben ser deseados, bienvenidos y cuidados como las joyas más preciosas del patrimonio familiar.  Cuando entro en una familia, de inmediato velo por los niños; ellos llegan a ser míos.  Los llevo de la mano.  Los hago caminar hacia la realización del plan de Dios, trazados desde toda la eternidad para cada uno de ellos.  Yo los amo.  Nunca los abandono, por cuanto se han hecho parte de mi misma.  Yo velo por sus trabajos de una manera especial.
     Nunca permito que ustedes carezcan de ayuda de la Divina Providencia.  Tomo vuestras manos y las abro al plan que el Señor está realizando cada día por medio de vuestra humana colaboración.  Así como mi humilde y cotidiana acción materna en la pequeña y pobre casa de Nazaret hizo posible el cumplimiento del plan del Padre que se realizó con el crecimiento humano de su Hijo, llamado a ejecutar la redención para su salvación, del mismo modo Yo los llamo a secundar el plan del Padre, que se está cumpliendo con vuestra humana colaboración y por medio de vuestro trabajo cotidiano.  Ustedes deben hacer su parte como el Padre Celestial hace la suya.  Vuestra acción debe estar enlazada con la de la Divina Providencia, para que pueda producir su fruto en aquellos bienes que son útiles para el sustento de vuestra vida, para el enriquecimiento de la familia misma, de modo que sus miembros siempre puedan disfrutar de bienestar espiritual y material.
     Entonces Yo los ayudaré a realizar el plan de la voluntad de Dios.  Por tanto el trabajo más fructífero espiritualmente, porque dispongo que sea fuente de mérito para ustedes y causa de salvación para muchos de mis pobre y perdidos hijos.  Entonces, en vuestras personas la acción está unida al amor, al trabajo, a la plegaria, al cansancio, al deseo ardiente de una mayor caridad.  De esta manera, por su cooperación a la voluntad del Padre, ustedes forman una obra maestra de una Providencia que por medio de ustedes llega a ser una realidad cotidiana y concreta.
     No teman.  Donde Yo entro, la seguridad entra conmigo.  Nada les faltará.  Yo hago su actividad más perfecta.  Yo purifico cada uno de vuestros trabajos.  Yo comparto también todas sus preocupaciones.  Comprendo que las preocupaciones de una familia son muchas hoy.  Son vuestras y las hago mías.  Yo comparto vuestros sufrimientos.  Ello es porque en tan difíciles tiempos como éstos de la presente purificación, estoy presente en las familias consagradas a mí, como una Madre consagrada y sufrida que realmente comparte todas sus penas.  Siéntanse pues consolados.
     Estos tiempos son míos.  “Estos”, quiero decir, los días que está viviendo son “Míos”, porque son tiempos marcados por mi grande y fuerte presencia.  Estos tiempos serán más Míos en la medida que Mí victoria se propague y sea más fuerte, sobrepasando la victoria que en el presente es de mi adversario.  Esta presencia Mía será más fuerte y extraordinaria, de un modo especial, en las familias consagradas a mi Corazón Inmaculado.  Se hará manifiesta a todos y para ustedes será una particular fuente de consuelo.
     Por tanto continúen adelante con confianza, con esperanza, en silencio, con vuestro trabajo cotidiano, en oración y humildad.  Sigan adelante, más y más en pureza y con firme intención; avancen conmigo a lo largo del difícil camino de la paz del corazón, y de la paz en vuestras familias.
     Si caminan por la senda que les he trazado, si escuchan y ponen en práctica lo que hoy les he dicho, sus familias serán los primeros retoños de mi triunfo, pequeños, escondidos, retoños silenciosos que ya están brotando en todas las regiones de la tierra, como un anticipo de la nueva era y de los nuevos tiempos que están ahora a sus puertas.  A todos los aliento y los bendigo.  23-7-87

Esto es lo que pide la Santísima Virgen para poder recibir las gracias que quiere y promete concedernos.  Con el Acto de Consagración la autorizamos a obrar en nuestras vidas y con el rezo del Santo Rosario, le otorgamos el poder para interceder ante Dios, por nuestras intenciones y necesidades.


Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María

     Virgen María, Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la Tierra.  Refugio de los Pecadores, nos consagramos de un modo especialísimo a Tu Corazón Inmaculado.
     Con este acto de consagración queremos vivir contigo y por medio de Ti, todos los compromisos asumidos con nuestra con nuestra consagración bautismal.  Nos comprometemos a realizar en nosotros aquella conversión interior, tan requerida por el Evangelio, que nos libre de todo apego a nosotros mismos y a los fáciles compromisos con el mundo para estar como Tú, dispuestos a cumplir siempre la voluntad del Padre.
     Queremos confiarte, Madre dulcísima y misericordiosa, nuestra existencia y vocación cristiana, para que dispongas de ellas según tus planes de salvación en esta hora decisiva que pesa sobre el mundo. 
     Nos comprometemos a vivirla de acuerdo a tus deseos, especialmente en lo que se refiere a un renovado espíritu de oración y de penitencia, a la participación fervorosa en la celebración de la Eucaristía, al apostolado, al rezo diario del Santo Rosario, a un austero modo de vida, según el Evangelio, que sirva de buen ejemplo para todos en la observancia de la Ley de Dios y en el ejercicio de las virtudes cristianas, especialmente de la pureza,
     Te prometemos estar unidos al Santo Padre, a la jerarquía y a nuestros sacerdotes, para poner así una barrera al proceso de oposición al Magisterio que amenazan los fundamentos mismos de la Iglesia.
     Bajo Tu protección queremos ser los apóstoles de esta hoy tan necesaria unidad de oración y de amor con el Papa para quién te suplicamos una protección especial.
     También te prometemos conducir a las personas con las que nos relacionemos, en cuanto nos sea posible, a una renovada devoción hacia Ti.
     Conscientes de que el ateísmo ha hecho naufragar en la fe a un gran número de fieles, de que la desacralización ha entrado en el Templo Santo de Dios, de que el mal y el pecado se propagan cada vez más en el mundo, nos atrevemos a levantar confiados los ojos a Ti Madre de Jesús y Madre nuestra, misericordiosa y poderosa, para invocar y esperar de Ti la salvación para todos tus hijos.  ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!   


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     Hoy muchos han querido ponerme a un lado, considerándome casi como un obstáculo para llegar a Jesús, porque no han entendido mi función de medianera entre ustedes y mi Hijo.
    Así, nunca como en estos tiempos muchos hijos míos corren el riesgo de no poder llegar a Él.  Con frecuencia el Jesús que encuentran es solo el resultado de sus investigaciones humanas y responde únicamente a sus aspiraciones y deseos:  es un Jesús hecho a su medida; no es Jesús, el Cristo, el verdadero Hijo de Dios y de su Madre Inmaculada.
     Entréguense a Mí con confianza y permanecerán  fieles, porque así podré realizar plenamente mi obra de Medianera de Gracias.  Los llevaré cada día por el camino de mi Hijo, de modo que Él pueda crecer en ustedes hasta su plenitud.
     Esta es mi gran obra que aún realizo en silencio y en el desierto.  Bajo mi poderosa acción de Medianera de Gracias, ustedes son transformados cada día más en Cristo, para que sean aptos para cumplir la misión que les espera.  Adelante, pues, con coraje por el camino trazado por su Madre Celestial.  16-7-80

     En estos tenebrosos tiempos de la gran tribulación, si no se dejan llevar en los brazos de Jesús con filial abandono y con gran docilidad, difícilmente lograrán huir de las engañosas insidias que les tiende mi adversario.  Sus seducciones se han vuelto tan peligrosas y sutiles que casi no se logra huir de ellas.  Corren el gran peligro de caer en las seducciones que les tiende mi adversario, para alejarlos de Jesús y de Mí.  Nunca caen en él aquellos que (como pequeños niños) se consagran a Mi Corazón Inmaculado y se dejan llevar en mis brazos maternales.  2-2-89

     Renueven cada día su consagración a mi Corazón Inmaculado.  Con este acto ustedes me dan la posibilidad de entrar como Mamá en sus vidas y de ordenarlas a la perfecta actuación del designio que el Seño tiene para cada uno de ustedes.  1-5-94

     No se asombren si en esta batalla caen los que no han querido o no han sabido usar el arma que yo misma le he dado:  la oración sencilla, humilde y mía del Santo Rosario.  Es oración sencilla y humilde, y por lo tanto, es la más eficaz para combatir a Satanás, que hoy los seduce sobre todo con el orgullo y la soberbia.  28-5-76

Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse.  Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote, y Judas, hijo de Santiago.  Todos ellos íntimamente unidos se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y sus hermanos.  Hch 1.13-14

El lugar donde se celebró la última cena se lo llamó cenáculo.  Los apóstoles se reunían a orar en ese mismo lugar junto a la Santísima Virgen.  También en ese mismo lugar se produjo el nacimiento de la Iglesia en Pentecostés:  Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.  Hch 2.1

Jesús nos sigue diciendo:  Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.  Mt 18.20

En esta presencia misteriosa y real que construye el amor y la unidad, también participa la Santísima Virgen por el privilegio de ser Madre de Dios, Esposa del Espíritu Santo y Corredentora del género humano.

     Cuando dos o más están reunidos en mi Nombre, yo estoy en medio de ellos, así ha dicho mi Hijo Jesús.  Cuando dos o más están reunidos por Mí, también Yo estoy en medio de ellos.  Yo misma con ellos y en ellos me manifiesto.  Por esto es necesario que comiencen a reunirse.  No es necesario que sean reuniones numerosas:  aún con dos o tres es suficiente.  Estos encuentros deben formar verdaderos y auténticos cenáculos.  17-1-74

     Cuántas familias se han salvado de la división o, después de años de separación se han vuelto a unir, a causa de la gran difusión de los cenáculos familiares.  Ellos son el medio poderoso que mi Corazón Inmaculado os da, para defender a la familia cristiana de los peligros que la amenazan, como la infidelidad, las divisiones, separaciones, el recurso a los medios para impedir la vida y estos malditos abortos, que son permitidos por las leyes civiles; pero que claman venganza ante la presencia de Dios.  12-10-95

     Sobre todo difundan en todas partes los cenáculos familiares que Yo pido como medio poderoso para salvar a la familia de los grandes males que la amenazan.  27-3-92

     El don precioso, que Yo pido a las familias, son los cenáculos:  para que en ellos prueben el gozo de mi presencia, el consuelo de mi asistencia, la ayuda ofrecida contra los grandes males que amenazan vuestra misma existencia.  30-5-93

     Dios me ha enviado a ustedes para que los ayude, si así lo quieren, aferren el rosario que es el que puede hacer milagros en el mundo y en sus vidas.  25-1-91 

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