viernes, 30 de diciembre de 2011

Que sean uno (como nosotros, Padre) Jn 17.22

Hoy todo matrimonio está en crisis, porque todo hombre y mujer lo están. ¿Puede ser el matrimonio una excepción? ¿Por qué?

Veamos que dice la Palabra de Dios:

El Espíritu Santo afirma claramente que en los últimos tiempos habrá algunos que renegarán de su fe, para entregarse a espíritus seductores y doctrinas demoníacas. Habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo a sus pasiones. Los hombres serán egoístas, amigos del dinero, jactanciosos, soberbios, difamadores, rebeldes con sus padres, desagradecidos, impíos, incapaces de amar, implacables, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, traidores, aventureros, obcecados, más amantes de los placeres que de Dios; y aunque harán ostentación de piedad, carecerán realmente de ella. 1Tim 4.1; Js 18; 2Tim 3.2-5

Esto se refleja en toda nuestra realidad existencial: social, política, laboral, sentimental, etc.

Por ejemplo, falta de valores ético-morales en toda la dirigencia, que en vez de utilizar sus cargos jerárquicos para servir, se sirven de ellos para exclusivo beneficio propio; falta de respeto, consideración, tolerancia, seguridad pública y privada, explotación y esclavitud económico-laboral, desprotección sanitaria, degradando la calidad de vida y denigrando la condición humana, desprotección socio-económica de la niñez y ancianidad, utilización emocional de las personas por cualquier motivo y para cualquier fin, etc.

Constantemente, somos agredidos inconcientemente y basta cualquier hecho intranscendente y circunstancial, o un problema insignificante, para que sea la gota que rebalsa el vaso.

Vivimos tensionados y cualquier situación nos desestabiliza emocionalmente, ¿por qué sucede esto?

En estos últimos tiempos Dios permitió que Satanás y las legiones demoníacas tentaran a los hombres para que tomemos posición frente al amor de Dios, expresado en la Divina Persona de Jesús y además para que crezcamos el máximo posible en todas las virtudes.

Para ello se debe ceder la conducción propia, al igual que entregar el volante del automóvil, para que Jesús decida el destino, y a partir de ello todas las decisiones que se deban tomar. 

Esto representa una humillación para el orgullo, y también produce temor, pero por el acto de fe, el Espíritu Santo brinda la experiencia del gozo espiritual en el corazón a manera de premio y estímulo.

Como consecuencia, al igual que la abeja busca el néctar en la flor, el alma desea seguir los deseos que el Espíritu Santo pone en el corazón.

El amor no es algo abstracto, psicológico, etc., es una «persona» y tiene nombre: Jesús, el Hijo de Dios Padre y Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos. Porque Dios es amor y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios él.  Mt 18.20; 1Jn 4. 16

Jesús construye el amor, la unidad, garantiza el gozo y la felicidad que humanamente cada día se nos hace más inalcanzable. Más aún, se llega a un gozo mucho mayor de lo que humanamente fuese posible, porque Jesús que es vida (Yo soy la Vida Jn 14.6), cuando se hace presente por medio de la Gracia, se manifiesta la plenitud de ella.

Solamente si Jesús está presente en sus vidas podrán seguir el consejo: Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo.  Ef 5.21

La expresión someterse no debe interpretarse como una subordinación servil, sino como fruto del amor que impulsa a la dependencia afectiva con el amado y que se traduce en un servicio cariñoso, afectuoso.

Háganse servidores uno del otro por medio del amor.  Gal 5.13

Al estar impregnado de amor, por más pesado y doloroso, se convierte en liviano y gozoso.

La ausencia de Cristo por falta de compromiso con la fe, hace que toda relación se desgaste. ¿Por qué?

El desgaste se produce porque:

1-   Naturalmente tenemos la tendencia (consecuencia del pecado original) a centrarnos sobre nosotros mismos,
2-   El interés por el otro se convierte en un sentido utilitario,
3-   Juzgamos al cónyuge con criterio humano (egoísta), que es contrario al criterio de Dios (amor): El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1Cor 13.7

En una palabra, después de la pasión de los primeros años de la convivencia conyugal, solamente los matrimonios que ponen a Jesús en sus vidas, o lo que es lo mismo, el amor oblativo (renuncia sacrificada del ego manifestada en hechos concretos), pueden vivir la experiencia del amor.

Para la mayoría es solamente una situación de conveniencia, o distintos motivos o intereses: los hijos, incapacidad de independencia económica, o habitacional, cobardía, motivos religiosos, sociales, etc.

¡Cuiden ustedes, de su propio espíritu y no falten a la promesa que le hicieron a la esposa (/o) de su juventud!  Mal 2. 15

Una afección espiritual es desencadenante de un proceso  psico-emocional que afecta a todos los niveles de la personalidad: El espíritu del hombre lo sostiene en su enfermedad, pero ¿quién levantará  a un espíritu abatido?  Prov 18.14

Hoy la medicina confirma que la angustia y depresión bajan las defensas del sistema inmunológico, favoreciendo la aparición de cualquier padecimiento o enfermedad.

Dios nos advierte que la única medicina preventiva para la salud es la felicidad, que incluye la prolongación de los años de vida: ¡Feliz el marido de una buena esposa: (Feliz la mujer de un buen marido): se duplicará el número de días!  Ecli 26.1

Por ese motivo…


                                               Que sean uno (como nosotros Padre)

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